Conocer la diferencia entre agua potable y no potable, además de sus usos óptimos, es crucial para crear estrategias de eficiencia y sostenibilidad, sobre todo en el ámbito de empresas e industrias, donde la correcta gestión de este recurso hídrico es fundamental.
En Bionia vamos a analizar las características de ambos tipos de agua, sus distintas aplicaciones y cómo tu empresa puede integrarlas en los procesos diarios, sin que comprometas la sostenibilidad.
El agua potable se define como la que cumple con estándares estrictos de calidad, además de que es segura para el consumo humano. Esta se somete a procesos de tratamiento bastante rigurosos, donde se incluye la filtración, desinfección y, en casos específicos, la potabilización.
Este tipo de agua se usa en actividades que necesitan de la mejor calidad, como beberla, cocinar y en procesos donde se necesite de pureza extrema.
Ahora bien, el agua no potable no cumple con estos estándares, pero, aunque no es apta para el consumo humano, puede utilizarse en diversas aplicaciones en entornos urbanos e industriales.
El agua no potable se puede obtener de fuentes alternativas, como captación de agua de lluvia o tratamiento de aguas residuales, y puede utilizarse en aplicaciones donde la pureza absoluta no es un requerimiento, tales como la limpieza industrial, el riego y el enfriamiento de equipos.
Incorporar el uso de ambos tipos de agua optimiza de forma significativa la gestión de recursos dentro de las industrias.
Las siguientes estrategias incluyen:
Asimismo, el agua no potable es muy buena para procesos de enfriamiento, lavado de equipos y algunas etapas de producción donde la presencia de ciertos minerales o impurezas no afecta a la calidad final del producto.
Gracias a esto se puede preservar el agua potable para usos más importantes, minimizando el costo operativo relacionado a su consumo.
Al utilizar agua no potable las empresas e industrias pueden reducir la presión sobre las fuentes de agua potable, optimizando sus procesos de enfriamiento de forma sostenible.
Que implementes una estrategia donde se combine el uso de agua potable y no potable necesita de un enfoque integral, con pasos claros:
Es fundamental llevar a cabo un análisis minucioso sobre cómo se usa el agua en tu empresa. Con esto puedes identificar en qué procesos se requiere calidad en el agua potable, en cuales se necesita agua tratada o no potable.
El monitoreo constante de los consumos y las fuentes de agua es crucial para tomar decisiones informadas.
Instalar tecnologías adecuadas es lo ideal. Por ejemplo, invertir en plantas de tratamiento de aguas residuales y en sistemas de captación de agua de lluvia puede formar agua no potable con calidad suficiente para usos industriales diversos.
Con estas soluciones, donde se añaden procesos de filtrado, desinfección y potabilización avanzada cuando se requiere, te aseguran que el agua que se utilice cumpla con los estándares necesarios.
Ya establecidos los sistemas de tratamiento, es necesario modificar o adaptar los procesos para integrar la utilización de ambos recursos.
Esto implica la reconfiguración de áreas de enfriamiento, crear circuitos independientes para el riego y la implementación de sistemas de reutilización y reciclaje.
Es fundamental que todo el personal conozca la importancia de una gestión eficiente del agua, por eso la capacitación es importante.
Capacitar en el uso de nuevas tecnologías y en la implementación de prácticas sostenibles crea una cultura empresarial que se orienta a la conservación y la optimización de recursos.
Usar sistemas de monitoreo en tiempo real, con sensores y software de gestión, permite ajustar de forma continua los procesos.
Se requiere evaluar periódicamente el rendimiento de los sistemas de tratamiento, para asegurar que se mantenga en niveles óptimos de calidad y eficacia.